lunes, 14 de junio de 2010

Vete a la cocina.

Querido Sergio:
Necesito un tiempo para pensarte. He conocido a una persona realmente interesante y contigo las cosas se me escapan de las manos. Sí, sabes que soy una caprichosa, entiéndelo.
Sé que me quieres, pero también sé que muchas veces desearías librarte de mi.
Esto no es una simple despedida, querido; es un frío adiós. No vuelvas más, ya no puedo confiar en ti, ni tú en mi. No solo tú puedes llegar a entenderme, ahora sé que hay otra persona en mi vida que también puede hacerlo.

Sé que nunca te librarás de mi, estaré todos los días en tu cabeza.
Siempre tuya: Teresa.

Deslizó suavemente la lengua sobre el cierre del sobre y escribió una frase en la parte de atrás: “Colorín colorado”
Lo dejó encima de la pequeña mesa de la cocina y seguidamente se dirigió a la habitación donde Sergio estaba durmiendo.

- Cariño, me voy otra vez, solo vine para dejarte una cosita que te hice, está encima de la mesa de la cocina. – Dijo desde el marco de la puerta donde se quedó parada hasta que Sergio la viese.
- ¿Teresa? – Preguntó sorprendido - ¿ Teresa dónde estuviste todo este tiempo? ¡Te estuve buscando por todo el pueblo, te comportas como una cría! ¡Eres…
- ¡Cállate Sergio! ¡Déjame joder! – Teresa cojio unas maletas y salió dando un portazo de la habitación. Sergio abrió la puerta y fue tras ella.
- ¡A dónde coño vas Teresa! – Sergio empezó a apretar los puños y a gritar desde la otra punta de la casa
- ¡A donde tú ya no estés! – Dijo ella mientras le caían pesadas lágrimas por aquellas pálidas mejillas. – Vete a la cocina y mira lo que te dejé. ¡Me voy!

Teresa abrió la puerta que daba al jardín, y se fue.
Sergio vio por la ventana como se iba. Su caminar, su prisa, sus ganas de irse. Recorrió con la mirada aquel cuerpo perfecto como si fuera la última vez que lo viera. Como si supiera que jamás volvería.
Cuando la perdió de vista, se dirigió hacia la cocina y encontró el sobre encima de la mesa. Lo abrió, y el perfume de Teresa le invadió por completo. Y la leyó.

- Ah Teresa… Porqué te fuiste… - Le interrumpieron una serie de cristalinas lágrimas por primera vez después de mucho tiempo.

Quizás fue ese el día en el que Sergio llegó a comprender realmente a Teresa.
Pero él sabía que ya era tarde; que ella ya no estaba.

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