lunes, 14 de mayo de 2012


¿Jugamos?
Me meteré en tu cama y te arañaré las espaldas, susurraré palabras que rompan tus tímpanos, te morderé hasta que sangres.

Me querrás, me amarás, seré tu vida y tu muerte.
Tus lágrimas calmarán mi sed, tu llanto sanará mi hambre y tu angustia me mantendrá viva.

Pero yo, zorra, seré tu cáncer y tú, mi perro fiel.
Te anclaré a las esquinas, te consumiré hasta lo más hondo.

Seré tu muerte y tu revivir; y el sol, ya no volverá a ser tu luz, ni tu calor.
Te cantaré nanas y mientras duermas, hurgaré en tus cicatrices hasta hacerlas heridas.
Sangrarás mi odio y llorarás mis pérdidas.

Pero yo, mala, me meteré en tus sueños y seré tu peor pesadilla haciéndote creer en un "nunca serás mía".
Te clavaré mis puñales, seré tu tristeza y seré el veneno de cada día.

Nunca escaparás, mis manos te agarran y el dolor te encantará.
Te malcriaré hasta que duela.
Que nuestro amor dure hasta la muerte, sé que tú me esperas.

Pero yo, puta, seré la que borró el rojo de tus venas y la que te convirtió a ti, en una mente enferma.

lunes, 2 de enero de 2012

Paréntesis

Humo, luz, jardín.

Como el humo que choca con el viento y se muere, las despedidas de verano, los últimos suspiros de amor, la niebla en el parque, las migas del pan en la mesa, las bolsas secas de té, los abrazos fríos, las miradas insinuantes, como las lágrimas o los trémolos y los nocturnos que nunca me dejaste acabar de escuchar.


Saber que era mentira eso que decías de que los ojos que lloraban, eran ojos muertos.
Que la música sólo era sonido para distraer.
O que los sentimientos eran enfermedades de la mente.


Abrazando a los mares y rescatando a las nubes, viajo en mi fantasía hasta el jardín de tu olvido.
Ese olvido que yo siempre recuerdo.


Como las curvas del jarrón lleno de flores muertas,
yo, te dibujo.
Repasando con mi dedo las curvas de tu silueta en esa habitación fría de color azul.
Hacía frío, pero tú, estabas conmigo.


Puedo ver los cuervos de tu infancia sobrevolando los tejados del pasado, me arrancan los ojos y me ahogan en la armonía y en el placer del dolor.
No toques más la guitarra, ni toques más el piano, deja de llorar con el violín y tócame el alma con tus palabras.


Te expandes, pero tu luz ya no ciega.
Careces de esperanzas y no eres capaz de volar.


Juguemos con las emociones, te quiero.
Te echo de menos.


La cama está mejor sin ti.

lunes, 24 de octubre de 2011

Paréntesis



Dime dos o tres palabras


A veces pensamos; y en esas veces sentimos.
Cuando miramos al pasado y recordamos todo aquello que ya no está y todo aquello que sigue estando.


Es como esa foto que tienes boca abajo en tu mesilla de noche, que no la quitas de ahí porque tienes la esperanza de que algún día vuelva a estar visible...
Como esa manta suave que tanto te gusta y que la hueles porque sabes que esa persona durmió con ella.


A veces pensamos qué habría pasado si ese cenicero hubiera sido de cristal en vez de plástico cuando lo tiraste contra la pared.
Si esa pizza tuviera aceitunas en vez de piña, que es como a ti te gusta.
Si ese chocolate hubiera sido blanco en vez de negro, porque crees que el negro es más sano.


Cuando las cosas que siempre fueron iguales, un día llegasen a cambiar... ¿Qué pasaría?
Cerramos los ojos siempre que podemos... Porque es lo que realmente queremos; que nada cambie.


Necesitas pensar y lo que más te relajaría sería mirar el mar, pero no puedes verlo porque donde vives... No hay.
Que en vez de un edificio, te gustaría vivir en una casa... Y tampoco puedes hacer que pase eso.
Es como coger ese coche y planear tu muerte... O querer hacer ese viaje hacia un lugar en el que nadie te conoce.


A veces nos lesionamos a nosotros mismos para no sentir las puñaladas del alma y de la conciencia y así sentirnos mejor.
Ahora, es cuando piensas que hace tiempo que no te llevas una fresa a la boca. Y recuerdas que era en tu infancia cuando más fresas comías...
Y cuando tienes un lápiz en la mano y un folio delante... Te gustaría escribir y dibujar tantas cosas, que pasado el tiempo, acabas dejando esa hoja en blanco y tú, acabas lleno de cosas.
Que gran mierda es el calor que hace en su casa... Pero al menos estoy durmiendo a su lado.


Recuerdas muchas cosas que en un tiempo se acabarán yendo, no de tu mente, sino de tu vida.


Cuando te da su palabra y acaba rompiéndola.
Cuando los estímulos actúan rápido y puedes cometer tu mayor error.
A veces... No somos conscientes de los fallos y a veces no sabemos aceptar los de los demás.


Cuando tu película favorita ya te aburre.
Cuando el sexo ya no te aporta nada.
Cuando tu mesa empieza a estar vacía.
Cuando duermes en una habitación, te despierta la luz de la mañana y ya no te importa.
Cuando el amor ya no existe porque no volvió a aparecer.
Cuando dejas de ser el cazador y te conviertes en un objeto.


Cuando dejas de ser tú... Y todos esos recuerdos te salvan del olvido.



domingo, 21 de agosto de 2011

Paréntesis.

Pichones




Las personas no cambian, las personas crecen.
Me acuerdo de ti aunque me odies.
Aunque hables de mi, yo te sigo recordando vivamente como algo extraordinario.
Tú fuiste la primera y sé que serás la última en esa parte de mi corazón, la cual era inexistente antes de conocerte.

Decir "Elvira", me sigue llenando la boca como el primer día y me alimenta el recuerdo.
No he borrado tus palabras de ningún sitio.
No he quemado tus papeles en ningún lado.
No he olvidado tus imágenes, ni tu lejana voz.


Me duele mucha gente.
Y concretamente tú, me dueles todas las noches.
Los recuerdos me matan y se escapan por mis ojos...
Esos que aún están clavados en tus fotos.


Noté que tu mente espléndida se desprendía de tu cuerpo, tuve miedo y me alejé.
La gente crece...
Me gustabas cuando eras niña.
Cuando presumías de ser un cuerpo en una gran mente.
Ahora eres una simple mente, en un simple cuerpo.


Me gustaba vernos en aquella habitación en Roma,
sentir que tú eras mía y que yo te correspondía.
Eras algo grande que latía fuerte en mi pecho.
Que las únicas mariposas que sentí en mi vida, las sentí contigo.
Que cuando los percherones de tu estómago galopaban, yo los escuchaba a lo lejos.


Que nunca habría palabras para describir un amor tan ciego.
Tan grande y lleno.


Que el amor que tú me diste con palabras, nadie me lo logró dar con caricias ni con besos.


Siento haber dado tanto miedo, tanto dolor y sufrimiento.
Siento haber sido tan mala y tan fría.
Haber roto un inocente corazón sin ningún por qué,
sin tener al menos una simple excusa.
Siento haber aparecido en tu vida.
Y también siento haber formado parte de tu historia.


Perdóname por todo el daño, por todos los inciensos rotos desde tu marcha.
Por los dibujos inacabados, los libros que ya no leo, las poesías que olvidé.
Que si escribo, es solo por ti.
Que mis dibujos son solo tuyos.


Que ya no sueño por las noches.
Y que las lágrimas, ya no saben dulces.
Que ya no vivo feliz.
Que por el día, no soy nadie.
Y que por las noches, tu recuerdo me vuelve a hacer persona.






Nada es para siempre.
Nada, excepto los recuerdos.



viernes, 13 de mayo de 2011

Paréntesis.



"Uno para todos y todos para uno"

Una frase que dejó de tener sentido desde hace años.
Cada persona tiene su burbuja, que es como un refugio en donde se encuentran las emociones, los sentimientos y todas esas mariconadas.
Algunas personas salen de esa burbuja, pero siempre con la certeza de que pueden regresar cuando la moral toca el suelo y hay otras personas que permanecen aisladas en ella.
¿Qué es para ti el amor, la amistad, el compañerismo o la simple compañía?
Para mi nada.

Cuando alguien permanece aislado en su burbuja durante mucho tiempo, esta acaba explotando, y, la persona que estaba dentro comienza a estar sola y desprotegida.
Ya no tiene su burbuja, ya no tiene nada que sentir ni un lugar en el que refugiarse. Explotó, se destruyó todo lo que en ella había.

Pasa el tiempo, y esa persona no sabe qué hacer, a dónde ir o con quién estar, entonces, se encierra en ella misma.
¿Es un error? desde luego que lo es.
Y cada vez pasa más y más tiempo, que llega un momento en el que esa persona se olvida de quién era, de cómo era, de las veces que salía de su casa y conocía gente nueva.

Era fácil conocer y ganarse la confianza y la amistad de toda aquella gente. Tenías tu burbuja.
Sabías utilizarla.

Pero ahora explotó, ya no eres nadie, la gente no se interesa por alguien que no habla, que no ríe, que no siente.
La gente es feliz y tú te tienes que joder.
Porque la gente todo lo sabe, la gente es lista.

No, en realidad no es lista. Es ciega, sorda y muda.
La gente, la gente, la gente... Tienen esa burbuja llena de hipocresía.
No quieren saber de alguien que está arruinado, te tienen miedo.
"Son unos cobardes", piensas.
Pero en realidad la persona cobarde eres tú.

Cuando tú estás entre burbujas ajenas, sientes que sobras.
Nadie te deja entrar en ella, se quejan de tu actitud, pero no te ayudan a crear otra vez tu burbuja.
Te sientes una persona hundida, sola.
¿Por qué? porque no les interesas.

Ni a ellos, ni a nadie.

Al menos se intentó....

lunes, 4 de abril de 2011

Paréntesis.

Soy pájaro


Que vacías son las noches con las luces apagadas,
que eterno es el tiempo en una pequeña cama
y que lentas son las horas que nunca pasan.

Que minúsculo es el mundo en un mapa,
que húmedos son los ojos que aman,
y que triste es la vida...
Como una mariposa sin alas.

Qué decir de los momentos que nunca se apagan,
de las tardes olvidadas,
los suicidios domingueros,
o las velas ya sopladas.

Quién es la gente para decirme a mi
que he muerto,
que no soy nadie,
que mi soledad vaga...

Yo solo sé que al volar,
volaré alto,
y lo haré con alas.

martes, 8 de marzo de 2011

Paréntesis.

Una derrota conduce a la victoria.


No sé qué hora era, los rayos de sol me arañaron los ojos cuando cruzaron las grietas de la persiana.
No podía dormirme, pero tampoco quería levantarme, me sentía tan indefensa e indiferente.
Tragué saliva y saqué un pie fuera de la cama; hacía frío y se me puso la piel de gallina mientras un escalofrío recorría todas mis entrañas.
Son de esas mañanas amargas, frías, de esas que son de color azul grisáceo, tristes.

Me levanté y cogí el sujetador de encaje negro que estaba en el respaldo de la silla del escritorio, las braguitas rojas que usaba los días de verano y me vestí unas tupidas medias negras y un vestido rojo de manga larga.
No solía vestirme así... Hoy sería un día especial, pensé.
Me calcé unos tacones negros que  me gustaban mucho y fui hacia el aparato de música.
Puse una canción muy triste de piano y violines llorando en un inmenso eco.

Cogí uno de mis bolsos más grandes y en él metí unos zapatos, una sudadera, unos vaqueros y un gorro... Por si acaso.
Salí de casa con una inmensa sonrisa falsa. Le sonreí al portero, a la mujer de la panadería, al vecino del sexto que cruzaba la acera y acaricié a un perro atado a una farola.
Me sentía felizmente muerta, inundada de mierda... Pero sonreía; era lo que la gente quería ver: a una hipócrita como ellos.

Me metí por todos los callejones, me perdí entre las miradas de pervertidos, perseguí sombras anónimas, me metí en un hueco y me saqué el vestido mientras dos hombres que estaban tirados en el suelo me miraban con indiferencia.
Pudieron haberme violado, acosado, drogado, matado... Y sin embargo, me daba igual, no estaba asustada.
Me puse la sudadera y me quité las medias; nadie me había visto nunca mis braguitas rojas y aquellos hombres las estaban viendo... Eso me hizo estremecer un poco.
Me puse los pantalones, los zapatos y el gorro negro. Dejé el vestido, las medias y los tacones en el suelo y me fui.
Cuando giré la esquina asomé la cabeza y vi que los dos hombres aquellos tenían mi vestido y mis medias entre las manos y las estaban oliendo... No sé cómo me sentí en ese momento.
Estuve practicamente desnuda delante de ellos y sin embargo ni se inmutaron y al dejar la ropa abandonada, fueron a por ella solo para olerla.

Pobres hombres, la sociedad deja tirados en la calle a los caballeros, pensé.