lunes, 8 de marzo de 2010

Déjame dormir 3 horas más.

Eran las tres de la madrugada y Teresa estaba esperándolo sentada en el viejo sofá de aquel pequeño salón viendo la teletienda.
Tenía sueño, pero estaba enfadada.

- Hola Teresa... ¿Puedo pasar? - Dijo él asomándose por la puerta de entrada, que estaba abierta.
- ¿A ti te parece que son horas de llegar? Por que a mi no.
Teresa se incomodó y apagó la televisión.
- Lo siento, pensé que me daría tiempo a acabarlo todo antes de las doce y media...
- Pasa.- le interrumpió ella mientras se levantátaba del sofá.
Con paso lento pero enfadado se dirigió hacia la puerta de entrada y se situó delante de Sergio.
- Lo siento Teresa... No volverá a pasar. - Dijo él bajando la mirada.
- Sí volverá a pasar, Sergio; sí.
Se dió la vuelta y dirigió su caminar hacía la habitación.
Desplomó su cuerpo encima de la cama mientras escuchaba por el pasillo los pasos de Sergio.
- Hoy no quiero dormir contigo, vete al sofá. Te lo he dejado caliente mientras estaba esperándote como una gilipollas. - Teresa cerró los ojos mientras caían las lágrimas por sus mejillas.
[...]
- Teresa, Teresa, despierta cariño es la una del mediodía. - Sergio le dió un beso para despertarla.
- Sí, y ayer cuando llegaste a casa eran las tres de la madrugada cuando a las doce tenías que estar en casa; asi que, déjame dormir 3 horas más. - Se tapó con las sábanas hasta el cuello y se dío la vuelta.
Sergio se levantó de la cama y se fue.
Se dirigió hacia la nevera, pero al abrirla se dió cuenta de que estaba vacía.
Cogió su abrigo y se fue.

Teresa al escuchar la puerta se levantó corriendo de la cama, descolgó el telefonillo y empezó a gritar.
- ¡Sergio! ¡Sergio! ¿Estás ahí? Sergio, ¡¿A dónde demonios vas?!
- Sí, estoy aquí Teresa. Voy al super. La nevera está totalmente vacía. - Sergio no esperaba a que ella se levantara de la cama. Tampoco tenía pensado ir al super. Quería irse a dar una vuelta hasta que Teresa lo llamara. Como siempre.
- Que susto... Cariño siento lo que te dije antes, de verdad. - Teresa estaba llorando otra vez.
- No pasa nada, me voy. - Sergio pronunció sus pasos para que Teresa los escuchara por el telefonillo.
Y Teresa colgó.

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