lunes, 24 de octubre de 2011

Paréntesis



Dime dos o tres palabras


A veces pensamos; y en esas veces sentimos.
Cuando miramos al pasado y recordamos todo aquello que ya no está y todo aquello que sigue estando.


Es como esa foto que tienes boca abajo en tu mesilla de noche, que no la quitas de ahí porque tienes la esperanza de que algún día vuelva a estar visible...
Como esa manta suave que tanto te gusta y que la hueles porque sabes que esa persona durmió con ella.


A veces pensamos qué habría pasado si ese cenicero hubiera sido de cristal en vez de plástico cuando lo tiraste contra la pared.
Si esa pizza tuviera aceitunas en vez de piña, que es como a ti te gusta.
Si ese chocolate hubiera sido blanco en vez de negro, porque crees que el negro es más sano.


Cuando las cosas que siempre fueron iguales, un día llegasen a cambiar... ¿Qué pasaría?
Cerramos los ojos siempre que podemos... Porque es lo que realmente queremos; que nada cambie.


Necesitas pensar y lo que más te relajaría sería mirar el mar, pero no puedes verlo porque donde vives... No hay.
Que en vez de un edificio, te gustaría vivir en una casa... Y tampoco puedes hacer que pase eso.
Es como coger ese coche y planear tu muerte... O querer hacer ese viaje hacia un lugar en el que nadie te conoce.


A veces nos lesionamos a nosotros mismos para no sentir las puñaladas del alma y de la conciencia y así sentirnos mejor.
Ahora, es cuando piensas que hace tiempo que no te llevas una fresa a la boca. Y recuerdas que era en tu infancia cuando más fresas comías...
Y cuando tienes un lápiz en la mano y un folio delante... Te gustaría escribir y dibujar tantas cosas, que pasado el tiempo, acabas dejando esa hoja en blanco y tú, acabas lleno de cosas.
Que gran mierda es el calor que hace en su casa... Pero al menos estoy durmiendo a su lado.


Recuerdas muchas cosas que en un tiempo se acabarán yendo, no de tu mente, sino de tu vida.


Cuando te da su palabra y acaba rompiéndola.
Cuando los estímulos actúan rápido y puedes cometer tu mayor error.
A veces... No somos conscientes de los fallos y a veces no sabemos aceptar los de los demás.


Cuando tu película favorita ya te aburre.
Cuando el sexo ya no te aporta nada.
Cuando tu mesa empieza a estar vacía.
Cuando duermes en una habitación, te despierta la luz de la mañana y ya no te importa.
Cuando el amor ya no existe porque no volvió a aparecer.
Cuando dejas de ser el cazador y te conviertes en un objeto.


Cuando dejas de ser tú... Y todos esos recuerdos te salvan del olvido.



2 comentarios: